Hace un tiempo que no tengo ganas de tener relaciones. Mi marido piensa que es solo con el, pero a mi no me apetece ni siento ninguna atracción por nadie, es simplemente que no tengo ganas. El considera que no es normal y que esto acaba con nuestra relación. Llevamos 20 años junt os y mes y medio sin relaciones, aunque en el último año (el se quedó sin trabajo y yo encontré uno despues de 15 años sin trabajar) nuestros encuentros han sido nada apasionados, principalmente por mi falta de predisposición. ¿Es normal lo que me sucece?Hay que desterrar la palabra ‘normal’ en estas situaciones. Su uso sólo causa más daño. Además su opuesto es el concepto ‘anormal’, que tiene connotaciones demasiado duras. Ambos conceptos excluyen la posibilidad de matices y ayudan a señalar al otro, a crear personalizaciones negativas. Si se dice que cada persona es un mundo, y es verdad, eso también se aplica a la pareja. Y más aún a su sexualidad. Se dice de la Sexualidad humana que, en ella, no hay nada normal ni anormal, pues es un vehículo de libertad, de expresión, de afecto y de creatividad demasiado plástico como para intentar ceñirlo a pautas. No os pongáis etiquetas.
Debéis hallar una nueva forma de comunicaros, pues es evidente que en 20 años han pasado cosas, quizá incluso habéis cambiado por dentro, y es necesario que lo veáis, en uno mismo y en el otro. Habéis dejado de admiraros –sentir admiración por la otra persona es esencial en una relación afectiva-, pero ahora es momento no de pensar en el sexo, sino de buscar un posible reencuentro. Buscad nuevas formas de conoceros, mostrad aquellas facetas que la otra persona quizá ha dejado de ver pero siguen estando ahí. Para ello cualquier cambio espacio-temporal será bueno, es decir buscar contextos nuevos en los que desarrollar esa comunicación. Uno fundamental y que suele funcionar bastante es, p.e., decidir no hablar nunca –o
no empezar a hablar- de vuestra propia relación en el domicilio de convivencia –y menos aún si hay hijos por medio-. Buscad otros espacios de encuentro para ello, os sorprenderá cuánto os motivará.
El segundo consejo ya lo he mencionado: evitad personalizar, no señaléis ni acuséis nunca a la otra persona, emplead antes el ‘nosotros’, o mejor aún hablad en tercera persona neutra.
El tercer consejo es
que os leáismi artículo sobre el deseo sexual y su carencia. Con una advertencia: no partáis de que necesariamente eres tú quien la sufre. Él parece acusarte justo de esto, y tú pareces aceptar esta acusación. No lo hagas, no lo asumas así como así. Acusar no es una actitud constructiva, y es a menudo un recurso fácil para tapar carencias propias.
Finalmente, y hablando de carencias, aceptad cada uno consigo mismo que nadie es perfecto, y dejad a un lado, en lo posible, las luchas de poder entre sexos. Son un poco inevitables, incluso pueden aportar su dosis de ‘morbo’ en muchas parejas, pero en estos momentos necesitáis aparcarlas y desnudaros cada uno, ante el otro, de cualquier ropaje de falsedad o miedo.
Si todo esto falla, por supuesto debo recomendaros buscar la ayuda de una buena terapia de pareja. Son bastantes años los que lleváis juntos, y por ello puede existir demasiada rutina, inercia o actitudes negativas difíciles de desarraigar, como para tener éxito sin ayuda externa.